TEXTO TRADUCIDO AL ESPAÑOL POR KOSARA FERNÁNDEZ MANRIQUE, CON LA COLABORACIÓN DE AYNOA RODRIGUEZ Y VERÓNICA FERNÁNDEZ.
El origen del ajedrez no se sabe con seguridad, pero esta aceptado que proviene de la India del siglo VI. En aquella época era conocido como chaturanga donde poco a poco empezó a conquistar el territorio de Asia.
Detrás de la llegada a Persia (Irán) donde lleva el nombre de shatrange, a través de Rusia, el ajedrez se instala en Europa. Durante muchos siglos y la influencia de distintas culturas han cambiado las normas del juego. Las normas finales del mismo han sido establecidas en el siglo 19. Hoy en día en todo el mundo se sigue ese modelo de juego.
Con el tiempo y tras la divulgación de magazines y libros de ajedrez, dicho juego se hizo famoso en todos los continentes.
Existen datos que dicen que después del fútbol y baloncesto, el ajedrez ocupa el tercer puesto en cuanto al número de gente que lo juega, tanto de manera profesional como aficionados.
El desarrollo del ajedrez contribuyó a la organización de torneos locales e internacionales. Los más importantes son el Campeonato del mundo y Europa en categorías SUB 8 hasta SUB 20 (cadetes, junior e infantiles), Campeonatos de continentes y del mundo en ambas categorías; masculina y femenina, la Olimpiada (se hacen cada 2 años) y muchos más. La belleza del ajedrez es que, en la Olimpiada, a parte de los equipos de todo el mundo en ambas categorías, participan equipos con diversidad funcional (déficit visual, auditiva y motórica).
El desarrollo tecnológico tampoco ha pasado por alto en el ajedrez, pues, hoy en día tenemos información más accesible sobre los nuevos lanzamientos disponibles y, además, se han desarrollado unos programas que pueden calcular muchas variantes, la posibilidad de entrenar través Internet, ver partidas de los torneos internacionales y locales en directo…
Ese desarrollo empezó con el famoso match entre el campeón del mundo GM Gari Kasparov contra la computadora Deep Blue en el año 1996. El primer match lo ganó Kasparov, pero al año siguiente el ordenador empató.
Actualmente, es muy difícil competir contra esos programas, no obstante, lo que nos diferencia de ellos es que, durante la partida, las personas experimentan y sienten diferentes emociones; podemos sentir la felicidad interna por la victoria, tristeza por la derrota, la subida de adrenalina por salvar una posición complicada. Especialmente cuando jugamos por alguna medalla, por el título, o cuando jugamos contra un jugador fuerte. Esos tipos de emociones no están relacionadas solo con los profesionales, sino que existen en todos los niveles; en las partidas entre los niños, en una partida amistosa o en una partida de aficionados.
A nosotras nos enseñó a jugar al ajedrez nuestro padre cuando teníamos casi 4 y 5 años. Nuestra primera aparición en torneos de ajedrez fue en el año 1992, en un Campeonato del Ayuntamiento para niños de 10 años. Hoy en día recuerdo esa sensación… la mezcla de la felicidad enorme con una dosis de nerviosismo positivo. Cuando acabó el torneo, mi hermana y yo compartimos el 1º y 2º puesto y nos clasificamos al Campeonato de Belgrado. Después de dicho campeonato aseguramos la participación para el Campeonato de Yugoslavia para niños. Ese año vino como un “jarrón de agua fría”, ya que en el Campeonato las dos quedamos últimas en nuestras respectivas categorías. Recuerdo que nuestro padre con una sonrisa de cariño nos dijo que estábamos coleccionando “unos tomates”, se refería a que cada derrota era un tomate, y que no nos preocupáramos porque todos los comienzos siempre son muy difíciles. Hablándonos y explicándonos consiguió que nuestra tristeza se convirtiera en un motivo para trabajar más. Lo mismo se repitió el año siguiente, pero no nos rendimos, porque las dos, al lado de nuestro padre, aprendimos a querer al ajedrez, ir al club de ajedrez cerca de nuestra casa y pasar mucho rato con otros niños que hoy en día son nuestros mejores amigos.
Entonces llegó el año 1995, que puedo decir que fue el año que cambió nuestra vida ajedrecística. Todos esos años fueron muy difíciles económicamente para la mayoría de las familias en nuestro país, así se encontraban nuestros padres también. Solo tenían el suficiente dinero para que una de nosotras pudiera acudir al Campeonato de Yugoslavia que se disputaba ese año.
Con la decisión de nuestros padres y nuestro entrenador, mi padre fue conmigo (Marija) al Campeonato. Recuerdo que Kosa (mi hermana) me dijo que todos los días iba a estar conmigo y que luchara lo máximo posible. Mi padre y yo nos fuimos y yo perdí la primera partida de las nueve que normalmente jugamos en los Campeonatos. Lo que me paso fue que subestimé a mi rival pensando que yo era mejor, esa fue la primera y la última vez que lo hice. Desde ese entonces les trasmito esa experiencia a mis alumnos.
Recuerdo que mi padre me dijo que era una lección para toda la vida, que tarde o temprano todos tenemos que pasarla. Para mí eso fue suficiente para comprender que si quiero obtener resultados tengo que jugar cada partida bien, fuerte y muy concentrada. La última partida me tocó jugarla contra una niña que me ganaba siempre. En todos los torneos jugando con ella aparecía el miedo y la inseguridad en mí, cosa en la que se fijó mi padre. Así pues, me explicó que es solo una partida y que tenía que disfrutar, que el resultado no es importante, que él estaba muy orgulloso de mí por todo lo que había hecho. Fui a la partida y gané. Por primera vez quedé campeona de mi país de mi categoría y me clasifiqué para el Campeonato de Europa y del mundo. Lo mejor de todo es que después de ese Campeonato conseguimos una donación de una empresa que nos permitió viajar juntas con nuestro padre a los próximos torneos durante varios años.
Siempre vuelvo a pensar en aquel momento de la difícil decisión que tuvieron que tomar nuestros padres, de elegir entre una de nosotras dos.
Los años siguientes jugamos muchos torneos, hubo muchas repeticiones de los títulos de Campeona en distintas categorías, jugamos torneos internacionales, ganando muchos torneos tanto individuales como por equipos. Mis preferidos, y al mismo tiempo los más duros para mí, eran los torneos por equipos escolares.
En nuestro instituto, mi hermana Kosa y yo, formamos un equipo femenino, con el que ganamos 5 títulos; fuimos campeonas de Belgrado dos veces y campeonas de Serbia tres veces. Esos torneos eran más difíciles para mí porque siempre estaba más pendiente de las partidas de mi hermana que de las mías. Siempre prefería más que ganara ella y yo mantener tablas, lo que era suficiente para ganar el match. Es muy difícil de explicar eso a la gente que nunca han competido en un deporte o que practican otro deporte distinto que sus hermanos.
Durante los primeros años de nuestros estudios en la Universidad y mientras nos hacíamos árbitras de ajedrez, nuestro padre enfermó y tras una larga lucha, falleció. Fue un golpe muy duro para la familia. En ese momento para nosotras parecía que el ajedrez no tenía el mismo sentido. De hecho, habíamos pensado dejar el ajedrez y todo lo relacionado con él. En ese momento, nuestra madre fue la pieza clave, ya que fue ella quién nos dio ese empujón y nos motivó a seguir hacia adelante sin dejar atrás ese deporte que tanto nos gustaba y con el que disfrutábamos.
Hoy en día, le estamos muy agradecidas por todo lo que hizo y lo que hace por nosotras. Desde ese momento Kosa y yo empezamos a trabajar con niños, enseñándoles a jugar al ajedrez.
Seguimos arbitrando torneos (las dos somos árbitras internacionales), arbitramos mucho Campeonatos de Europa y del mundo, tanto para niños como para adultos. Paralelamente, participé en La Olimpiada de ajedrez para la selección de Montenegro (hace 10 años), donde en una de ellas gané el título de MIW (Maestra Internacional femenina) consiguiendo 9 puntos de 11 partidas.
Lo que más me gusta es la oportunidad de trabajar con niños. En Serbia mi hermana Kosa y yo montamos nuestro propio club de ajedrez Sestre Stojanovic (hermanas Stojanovic) donde dábamos clases a niños de 4 a 15 años de edad. Al mismo tiempo llevamos a cabo un proyecto que llevaba el nombre “Ajedrez en guarderías”, que se realizó entre el 2011-2013 donde participaron 22 guarderías, con niños entre 4 y 6 años. También hicimos un proyecto que adorábamos mucho, que se realizó los años 2011 y 2012, donde participaron niños con diversidad funcional.
Cuando la gente nos pregunta: ¿Por qué un niño tiene que aprender a jugar al ajedrez? nuestra respuesta no es para que sea un jugador profesional. El ajedrez, ante todo, enseña al niño a: tener paciencia, respetar las normas, tomar decisiones, aceptar la derrota, respetar otras opiniones (porque el rival en la partida tiene sus ideas, que debemos tener en cuenta), desarrolla la creatividad, enseña a planificar y prever (que en realidad empieza a ser útil en todas esferas de la vida de los niños), mejora la capacidad de memoria, desarrolla una forma abstracta de pensar, entre otras cosas. Debe quedar claro que todo eso no sucede de la noche a la mañana, es necesario un trabajo continuo; aprendiendo el juego del ajedrez, participando en los torneos, donde entre otras muchas cosas se puede ver el carácter de los niños. Cada niño es diferente y no existe una manera universal de entrenamiento, especialmente, si seguimos el desarrollo del niño como entrenador y como padres.
Muchas veces mi hermana Kosa y yo hemos escuchado la frase:
– ¿Cómo podéis trabajar con niños tan pequeños?, seguro que es muy difícil enseñarles jugar al ajedrez-. Nosotras creemos que, en ocasiones, las personas subestiman la gran capacidad que tiene los niños para aprender y, por ello creen que el ajedrez es un deporte muy complejo para enseñar a los pequeños.
Continuamente, pienso cuanto hemos aprendido de los niños y cuanto nos queda por aprender. La mejor parte del día en las clases es la oportunidad de enseñarles, y de ellos recibimos una cantidad enorme de energía positiva. Es muy difícil físicamente hablando, porque trabajamos con muchos niños, pero, por otro lado, hacemos algo que nos gusta y con lo que disfrutamos muchísimo.
El ajedrez nos llevó a lugares lejanos. Mi hermana Kosa vive en Tenerife, España, con su marido, ajedrecista también, y ahora mismo trabaja con alrededor de 600 niños en varios colegios de la isla.
Yo me fui de Serbia a finales del año 2017 a Kuwait con mi marido (también ajedrecista) y he traslado mi trabajo a Internet. En este momento doy clases por Skype a niños de Serbia, España, Kuwait, la India y Estados Unidos. Es otra de las ventajas que tiene el ajedrez, se puede trabajar por Internet, independientemente donde te encuentres.
Para finalizar diría, que cualquier cosa que una persona se proponga en su vida; con perseverancia, trabajo y dedicación, lo podrá alcanzar. No os rindáis nunca, y si aparecen algunos obstáculos en vuestro camino, recordad que siempre hay maneras de superarlos.